Para rendir durante el día es fundamental el descanso por la noche. Para lograr un descanso excelente debemos tener unos niveles óptimos de confort.
Edredón, mantas, sábanas de franela, persiana bajada por completo o dejando entrar la luz, hay tantas formas de descansar como personas. Sin embargo, algo a lo que todos debemos prestar atención es la temperatura de la estancia y de nosotros mismos. Tener demasiado calor o frio puede incluso hacernos tener terrores nocturnos o pesadillas.
Dormir con sensación de frío y con la temperatura ambiente fría, genera como respuesta del organismo una vasoconstricción periférica para evitar que el cuerpo pierda demasiado calor y produce un estimulo de alerta. La vasoconstricción va a disminuir la llegada de la sangre a la piel y por lo tanto se pierde menos calor, por lo que no desciende la temperatura corporal central y el sueño es menos profundo.
El ambiente térmico afecta la salud humana y puede afectar a nuestro gasto de energía
Del mismo modo, si hace mucho calor y en el ambiente hay unos niveles elevados de humedad, con una sudoración excesiva, por ejemplo dormir con la calefacción a una temperatura alta, también afecta al sueño. En estos casos, la menor diferencia térmica con el entorno repercute en la cesión corporal de calor e impide que la temperatura del organismo sea la idónea para poder tener un sueño profundo.
Las condiciones ideales para dormir en invierno
Un sueño correcto debe responder a unas condiciones concretas y a las características únicas de cada persona ya que, por ejemplo, los niños emiten menos calor corporal y necesitan temperaturas más suaves y confortables que un adulto.
Si por el contrario, debido a la calefacción o el aire acondicionado con bomba de calor, «que es aun menos recomendable», la temperaturas registrada en la habitación para dormir se sitúa por encima de los 21-22 grados «evitará que cedamos calor al medio y hará el sueño más superficial«, explican desde la Sociedad Española del Sueño.
La temperatura ideal para dormir está entre 17 y 22 grados Celsius
En general se puede decir que idealmente la habitación debe ser fresca, pero no fría. Las mantas, edredones y en algunos casos pijamas y calcetines de dormir, generan un colchón térmico que facilita el dormirse sin tener que poner la calefacción.